La moda hoy en día es ser irresponsable. Queremos vivir como nos da la gana pero no nos gusta asumir las consecuencias de nuestros actos. Hacemos todo lo posible por justificar nuestras acciones y convencernos a nosotros mismos (y a los demás) de que lo que hemos hecho es bueno y razonable, aunque no lo sea en absoluto. Cuando hacemos algo inmoral, la mayoría pensamos que, si lo hemos hecho, debe existir una buena razón para ello, e intentamos por todos los medios encontrarla, incluso aunque nos la tengamos que inventar, creyéndonos nuestra propia invención. Eso se debe a que normalmente no nos sentimos responsables de lo malo que hacemos. Cuántas veces hemos escuchado estas palabras del Señor: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34), sin que nos sintamos en lo más mínimos aludido por ellas. Frente a la dolorosa Pasión del Señor nos escondemos pensando en la maldad de los romanos o de los judíos de la época. O tal vez, culpamos a los que no creen o a los que no van a la Iglesia. Siempre son otros los responsables; ¡nunca soy yo el responsable! Pero ¿cómo puedo ser perdonado sino reconozco mi pecado? y ¿Cómo puede reconocerlo sino me siento responsable de Su dolorosa Pasión? Por eso en esta Semana Santa cuando meditemos la Pasión de nuestro Señor Jesucristo recordemos las palabras del salmista: Contra ti, contra ti solo pequé, hice lo que es malo a tus ojos…Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregamos como ejemplo de humildad a Cristo, Salvador, hecho hombre y clavado en una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con Él, un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario