En nuestra vida tenemos metas de diversos plazos. Pero todas ellas deben responder a la finalidad única de que nuestra existencia alcances nuestros propósitos. No podremos alcanzar este propósito final sin tener un plan definido de que queremos alcanzar en nuestra vida y a ese plan aplicarle un control de calidad.
Podemos definir el control de calidad como todos los mecanismos, acciones, herramientas realizadas para detectar la presencia de errores. Nuestra existencia es muy valiosa para desperdiciarla llevándola como una hoja llevada por el viento. Es importante que tengamos un plan de vida en el que podamos plantearnos que esperamos de nuestra existencia. Una vez que establezcamos ese plan debemos buscar un medio por el cual podemos aplicar el control de calidad a esas expectativas que nos hemos presentado a nosotros mismos.
Nuestro señor Jesucristo vino a presentarnos un plan de vida por el cual Él nos garantiza qué vamos a alcanzar la felicidad en esta vida y nos promete que al final de ella tendremos la vida eterna. Pero para llevar adelante este plan es necesario que primero nos sentemos a hacer cálculos y analizar si con lo que estamos haciendo hoy en día podemos alcanzar esta meta.
Jesús nos los plantea con esta simpática figura: ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. Lucas 14, 28ss
Qué triste para nosotros que al final de nuestra vida escuchemos la carcajada burlona de nuestro enemigo el Diablo por no haber construido nuestra vida con Dios.
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