domingo, 5 de junio de 2016

Fortalecer la Voluntad


El diccionario de la RAE nos define la voluntad de la siguiente manera: " Facultad de decidir y ordenar la propia conducta." En esta definición nos encontramos con dos palabras claves, decidir y ordenar. Por decidir admitimos que tenemos la capacidad de poder optar por algo o no y por ordenar decimos que está conducta debe ser dirigida y no puede ser como una hoja llevada por el viento. Por lo tanto, nosotros como seres humanos pensantes, tenemos el deber de ejercer nuestra voluntad para decidir y ordenar. Un principio básico y fundamental de nuestra vida la posibilidad de decidir, qué es lo que llamamos libertad, que por supuesto conlleva responsabilidad. Porque cada decisión que tomamos tendrá consecuencias hacia nosotros mismos y a los demás. Por ello, como nos dice la definición, esta libertad debe ser ejercida en función de un ordenamiento que permita que cada decisión pueda ser asumida con plenitud. Visto en esta perspectiva es muy importante reflexionar sobre qué principios orientan nuestra voluntad. De lo contrario, nuestra vida está como nos cuenta el apóstol san Pablo, que estaba su vida antes de conocer a Cristo: "Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás." (Efesios 2, 3). Si después de un examen de conciencia vislumbramos que algunas áreas de nuestra vida se encuentran bajo los parámetros que nos describe san Pablo, es tiempo de que empecemos a trabajar en fortalecer nuestra voluntad, de manera tal que no sean el placer o la comodidad los únicos elementos de juicio para tomar el rumbo de nuestra vida.

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